martes, 15 de marzo de 2011

Quincuagésimo primero

No pusimos el freno de mano ,
y aunque paramos un rato
, nos fuimos calle abajo.

En 15 te acompaño

Morí otra vez en mi habitación

como tantas noches,

sentado en mi silla negra portátil,

que me permite no solo moverme por la habitación

sino alejarme de la realidad en un Word,

No quiero hablar de la muerte,

es muy tétrico, es un cliché del escritor

que se refugia en las penumbras,

que no muestra su cara, y simula una tensión.

Como siempre, frente al brillo de un sol artificial,

No quiero ser sombrío no , no quiero ser como ella,

ya lo fui por mucho tiempo.

Mis dedos atacan las teclas y las cuerdas,

casi siempre cuando las otras duermen,

las protagonistas de los capítulos de mi vida.

Mini relatos, cuentos tan cortos,

dignos de final del juego o de cuentos de amor y locura y muerte,

asi son ellas, escuetas estrofas desplomadas en mi colchón,

bajo la oscuridad de 3 focos inertes.

Así soy yo, siempre despierto, siempre conciente,

alguien q expulsa lo sombrío de sus ser y sus palabras,

y busca lo carnal, lo palpable, por q para metáforas

están los pequeños escritores, en donde esconden

lo burdo en grandes palabras y no viceversa,

como a veces pienso q debe ser.


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