Morí otra vez en mi habitación
como tantas noches,
sentado en mi silla negra portátil,
que me permite no solo moverme por la habitación
sino alejarme de la realidad en un Word,
No quiero hablar de la muerte,
es muy tétrico, es un cliché del escritor
que se refugia en las penumbras,
que no muestra su cara, y simula una tensión.
Como siempre, frente al brillo de un sol artificial,
No quiero ser sombrío no , no quiero ser como ella,
ya lo fui por mucho tiempo.
Mis dedos atacan las teclas y las cuerdas,
casi siempre cuando las otras duermen,
las protagonistas de los capítulos de mi vida.
Mini relatos, cuentos tan cortos,
dignos de final del juego o de cuentos de amor y locura y muerte,
asi son ellas, escuetas estrofas desplomadas en mi colchón,
bajo la oscuridad de 3 focos inertes.
Así soy yo, siempre despierto, siempre conciente,
alguien q expulsa lo sombrío de sus ser y sus palabras,
y busca lo carnal, lo palpable, por q para metáforas
están los pequeños escritores, en donde esconden
lo burdo en grandes palabras y no viceversa,
como a veces pienso q debe ser.
No sé qué decir de esto pero me llegó.
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