martes, 31 de mayo de 2011

Quincuagésimo sexto

Al castrarme lo peor no seria dejar de cojer,
sino de escribir.

Cada renglón es un velorio

Sobre este cuaderno a lunares,
desparramo mis últimos versos,
tan mentirosos como su dueño,
y tan simples como mis pensamientos.

Pensamientos simples,
que se albergan de forma compleja,
Que se atoran en mis dedos,
y no llegan a la lapicera.

Pensamientos desaparecidos,
por la democracia de mi ser.
Pensamientos N/N,
que se nombran y no llegan al papel.

Se escapan de mi cabeza,
y hacen de mi pecho un concierto,
despertando al miedo,
que se esconde detrás de mi ex,
a la desesperación,
que soporta a cualquiera
con tal de no dormir sola.

al odio,
que me cagaria a trompadas a mi,
y a Bukowski por enseñarme a escribir tan mal,
a Quiroga por enseñarme a ser tan pesimista,
a Woody Allen por la paranoia,
y a mi viejo por el resto de mis defectos.

Y se despierta la agonía,
que todavía intenta sentarse
y volver a hacer un escrito decente.

Y sigue intentándolo;

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