domingo, 1 de mayo de 2011

Quincuagésimo cuarto


Ella si que sabe olvidar
sin preguntale a "quien" de "donde"
y yo soy tan solo otro "no se"


Doble mano

Siempre dije que era blanco o negro,
nunca matices, y no es que no lo respete,
pero a veces hay que darle una segunda mano
para lograr el color que uno quiere.
Así que ahí estaba, en la puerta de su casa
con el balde de pintura y el pincel en mano.

Le mande un msj por que el timbre no andaba,
me peine en los espejos de la puerta del telo de al lado,
tenia el pelo extremadamente lacio, un buso que me sentaba bien,
no existían mejores condiciones para el encuentro, luego abrió la puerta.

Es ese momento en el que volves a ver a esa persona,
luego de un mes, de puteadas , de "te extraño",
y algunos juegos psicológicos mas.
En el que no sabes, si darle un beso , un saludo cordial,
o simplemente saludar verbalmente.

No me gusta planear esas cosas, así que hice lo que tenia ganas, y la bese.
Ella me pidió que no lo hiciera, la verdad me gusto que lo haga.
Luego me hizo pasar a su casa, me reencontré con su perra, se la veía mas gorda,
y a su gato, el cual me había intentado regalar cuando cortamos.

Luego hubo una charla poco relevante en verdad,
esas charlas que definen las relaciones,
pero que ninguno recuerda de que se tratan, menos si sos hombre,
y aun menos si sos yo.

La cuestión es que como es costumbre , acudí al encuentro
sin ninguna estrategia, discurso , ni plan,
confiando en que no hiciera falta hablar,
para encontrar respuestas; y así fue.

Ella lloro, el atardecer brindaba una iluminación fría sublime,
que se vertía a través de las cortinas, yo me mantenía a distancia,
la observaba, la escuchaba, por que no podía sentirla.
finalmente después de 2 horas me levante de mi silla, la mire fijo y me despedí.

Pero recién a la tercer hora es cuando logre salir de esa casa,
con los ojos rosados, los labios húmedos, y color que yo quería.

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